LOS 143 AÑOS DE LA PLATA
Por Gilda Fantin | Imágenes: Prensa
Plaza Moreno no fue una plaza: fue un latido colectivo. Un pulso que arrancó suave, murguero, y terminó en electricidad pura cuando Él Mató a un Policía Motorizado selló una noche que ya parece folklore platense. Más de 100.000 personas —sí, cien mil cuerpos respirando al mismo ritmo— coparon el centro para celebrar los 143 años de La Plata en un día que va directo al archivo emocional de la ciudad.
Desde temprano, la grilla armada por la Municipalidad marcó una declaración de identidad: La Plata celebrándose a sí misma, exhibiendo su música, su gente, su manera de existir. Pasaron el intendente Julio Alak y el gobernador Axel Kicillof, sí, pero el verdadero peso específico estuvo en otro lado: en el público que se apropió del espacio y en los artistas que lo devolvieron multiplicado.
A las 15:15, La Retirada Murga —ganadora del concurso municipal La Plata es Música— abrió el festival como quien enciende la primera chispa. Le siguió Rara, que ya dejó de pelear por el rótulo de “emergente”: acá es referencia directa y necesaria. Y a los pocos minutos, Los Bicivoladores completaron el primer bloque en modo carta de presentación
Cuando el sol empezó a esconderse detrás de las torres de la Catedral, Kapanga irrumpió con su caos adorable: ska, cuarteto, rock y ese humor que hace saltar hasta al que jura que no iba a bailar. Luego, el indie-pop cinematográfico de Los Besos bajó suavemente la energía, preparando el terreno para lo inevitable: la multitud que esperaba —y mucho— a Cruzando el Charco. .
Y entonces sí: llegó el broche.
Él Mató a un policía motorizado subió al escenario y Plaza Moreno dejó de ser plaza. Fue estadio, ritual, territorio afectivo. El emblema máximo de la escena local cerró el aniversario con un show que dejó garganta temblada y pecho lleno: himnos cantados como si fueran promesas.
La Plata no solo cumplió años: se reafirmó. Se reconoció en su gente, en su música, en la costumbre hermosa de habitar el espacio público como si fuera un abrazo. El 143° aniversario no fue un festejo más; fue una postal generacional, una de esas que dentro de unos años alguien va a recordar diciendo “yo estuve ahí”.

