Artistas emergentes

Del barrio San José, Ensenada, cada vez tiene más seguidores en Instagram. Hasta ayer eran 80 mil, pero ese número ya quedó viejo. Se llama Elías Gómez, pero su nombre de guerra es Elesejota. Con 18 años, su voz es una descripción dura de la realidad cotidiana de pibes y pibas como él. Es mucho más que rimas y ritmo: se lo escucha como una variante genuina y barrial de la nueva música urbana.

Por Gilda Fantin | Imágenes: @agustinjereez

En el corazón de Ensenada, entre veredas que conocen historias de familia, canchas improvisadas y esquinas que funcionan como punto de encuentro, un joven de 18 años empieza a abrirse paso en el universo de la música urbana. Su fuerza sorprende, incluso a quienes lo vieron crecer. En redes sociales es @elesejota_ok, pero detrás del nombre artístico hay un pibe de barrio que supo transformar su realidad en canciones que hoy superan las 80.000 miradas atentas.

Lo que comenzó como un juego en la infancia —entre ritmos caseros, bailes y primeras rimas improvisadas— se convirtió, con el tiempo, en un proyecto artístico sólido y lleno de aspiraciones. Su música mezcla la crudeza de la calle con la sensibilidad de su historia personal: un sonido que respira barrio, esfuerzo y autenticidad. No busca imitar a nadie; más bien, construye un estilo propio que fluctúa entre la energía del rap, el pulso del movimiento urbano y una impronta que refleja de dónde viene y hacia dónde quiere llegar.

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El barrio San José es mucho más que el lugar donde creció: es el centro emocional y estético de su obra. Cada canción es, en algún sentido, un retrato de ese escenario cotidiano: amigos, desafíos, sueños, tropiezos y pequeños triunfos que forjan identidad. En un contexto donde la cultura urbana se expandió como forma de expresión juvenil, él encontró un lenguaje que le permitió contar su propia versión del mundo.

“Mis letras son lo que vivo y lo que veo”, suele explicar en sus transmisiones. Llegó a construir una comunidad digital fiel, que hoy supera los 80.000 seguidores solo en Instagram. La audiencia que lo acompaña reconoce en él algo difícil de fabricar: verdad.

Además de compartir parte de su vida cotidiana en redes sociales, el joven viene trabajando en un repertorio que ya suma miles de reproducciones en YouTube. Cada lanzamiento representa un paso más en su evolución como músico, con producciones que se destacan por su estética cuidada, su narrativa directa y una búsqueda permanente de superación.

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Entre sus temas más vistos se encuentran:

  • “Sin compromiso”
     Un track de impronta firme, con una base que marca el pulso de su estilo y un mensaje que combina determinación y desahogo.
     
  • “Maldito visionario”
     Un himno para quienes apuestan por sus sueños pese a las dificultades. Una mezcla de introspección y ambición que muestra una faceta más madura de su escritura.
     
  • “Enfocado”
     Quizás el más representativo de su presente: una declaración clara de hacia dónde quiere ir y cómo la disciplina se volvió parte fundamental de su trayectoria.

Estas canciones funcionan como pequeñas postales de su crecimiento artístico, donde se nota el salto entre un inicio autodidacta y un presente más profesionalizado, con producciones de mayor calidad y una visión más clara de su proyecto musical.

Su figura no se agota en la música: también representa algo más amplio para su comunidad. Muchos chicos y chicas ven en él la posibilidad real de transformar una pasión en un camino. Su mensaje -basado en la perseverancia, la humildad y la disciplina- conecta especialmente con jóvenes de barrios populares que buscan hacer escuchar su voz.

En un ecosistema digital donde las tendencias van y vienen, su crecimiento constante demuestra que hay algo en su propuesta que trasciende la viralidad momentánea. Elesejota se mueve en su propio tempo, con los pies en la tierra y la mirada puesta en un futuro que promete desafíos y oportunidades. No hay grandes promesas, ni anuncios rimbombantes: hay trabajo diario, canciones que nacen desde la honestidad y un deseo firme de seguir creciendo sin perder la esencia de sus orígenes.

Si algo deja claro este joven de Ensenada es que la música urbana no solo está hecha de grandes estudios, cifras millonarias o escenarios internacionales: también nace en los barrios, en las plazas y en los cuartos donde un pibe escribe lo que siente, confiando en que alguien del otro lado va a escucharlo.

Y en su caso, ya son miles.