Noelia Sinkunas

No es descubrimiento, no es novedad, pero sí una caja de sorpresas. Si usted no la conoce, hágase cargo. Noelia Sinkunas ya tiene un pasado, un presente y sin dudas, un futuro: tirando un ancla en su Berisso, la tipa del piano aviva la llama de las identidades y juega en todas las ligas.

Es septiembre de 2024 y estamos en pleno periodo de suspensión. O mejor, de reprogramación. Pero no importa, la cosa va a para adelante. El tema es así: Noelia Sinkunas -pianista, berissense, clase 1988, entusiasta- empezó a darle forma a la grabación de un videoclip para una canción de su nuevo álbum. Un disco que saldría poco después bajo el simbólico tándem Unión y Perseverancia como título. Porque Unión y Perseverancia es nada menos que una esquina de Berisso. La esquina de su casa natal, la del hogar de toda la vida. 

Y pensó Noelia -pelos de colores cambiantes según la época, premio Gardel, lentes, mate en mano- “podemos invitar gente y abrir el garage”. Pero para eso había que pedir permiso, porque la casa sigue siendo el hogar de la familia. Juan Páez -guitarrista, hijo de guitarrista, papá de Noelia- refunfuñó un poco al principio, pero aceptó. Pero claro, debería haberse imaginado lo que vendría después, conociendo a su hija. Noelia pensó en dar un pasito más y cortar la calle. Entonces pidió permiso al municipio. El municipio se ofreció a poner un escenario. Entonces podemos invitar otros artistas, pensaron. Entonces podemos sumar grupos de danza. Entonces puede venir Cucuza Castiello, y Leo García. Entonces se puede armar el Festival Unión y Perseverancia.

Y ahí, recién, le dijo Noelia a papá:

-Che, me parece que se excedió un toque.

Hace poquito Noelia le contó esto a Sole, una amiga de siempre, que vive a una cuadra de ahí:

-¡Ay Noe! -le dijo Soledad- ¡Siempre igual! ¡Me hacer acordar a tus cumpleaños, cuando le decías a tu papá que íbamos a ser 15 y caíamos 100!

Todo este lío hermoso iba a suceder el domingo 1 de septiembre, pero por el mal clima se pasó para el 29. En ese interregno arranca esta nota. 

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En Argentina, cada año tiene sus propios despelotes. Pero aquel 1988 en el que nació Noelia Sinkunas fue especialmente picante. El marplatense Martin Zariello le dedicó un libro entero a esos doce meses, hilvanando la postal del edificio Maral 39 -a cuyo pie Olmedo puso fin a una época- con el epílogo alfonsinista, las muertes de Miguel Abuelo y Federico Moura, Amnesty y bastante más, bajo el título El fin de la ilusión. Nada menos. 1988: “El cuadro de una carcajada amarga que se apagó durante esa temporada demencial y memorable”. Bueno, justo ahí llegó Noelia. En la Berisso cuna del peronismo, y en el final del alfonsinismo.

Apareció en el corazón de una familia impregnada de música: padre y abuelo guitarristas, instrumentos dando vuelta siempre por casa. Pero a ella se le dio por el piano. Es conocida la historia de azar y destino: papá Juan se ganó un teclado en una rifa en una parroquia, la San Francisco de Asís. Y para ese lado fue Noelia, que a la guitarra le pasó por el costado. A los cinco o seis años ya estaba tocando teclado, y poco tiempo después pidió que la mandaran a clases de piano. Ese fue el paso a la Escuela de Arte de Berisso, que después linkeó con el Colegio Secundario de Bellas Artes de La Plata, donde se metió en piano y composición. Y de ahí, a la Facultad de Artes. 

Un primer indicio: esto no es broma, acá hubo estudio.

En medio de todo eso, desde Keith Jarrett hasta Horacio Salgán y Osvaldo Pugliese se sentaban a la mesa de sus influencias. Pero también el heavy metal. Su primera banda fue de metal progresivo, nada menos. Papá se preocupaba, pero Noelia también tocaba música clásica. Ya adolescente empezó a acompañar a Juan y a cantantes de tango. Cada ficha fue calzando en su lugar, paso a paso. 

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Su personalidad se moldeaba y prefiguraría lo que vino después: un magma de estilos, sonidos, géneros, en el que todo se puede. Acá no hay prejuicios: acá se toca y se juega. De los días de la facultad de Artes de La Plata es Cachitas Now, la banda de cumbia con la que sigue al día de hoy.

Después de su etapa de formación y cuando las inquietudes empezaron a quemar, Noelia se mudó a Capital y descubrió una escena diferente. Nuevas movidas: milongas, orquestas de pibes y pibas jóvenes, y se subió a Alto Bondi, un quinteto de tango. Y ahí llegaron sus primeros contactos con Cucuza Castiello, con Julieta Laso.

En 2018 lanzó su primer disco solista, el instrumental Escenas de la nada mirar, que le dio su primera nominación a los premios Gardel como “artista nueva”, entre aires de tango y jazz. Al tiempo viajó a Nueva York con Laso y, sin preparación, terminó grabando un disco en un día y en una sola toma: New York Sessions. Ahí entraron versiones de improvisaciones jazzeras de Baby One More Time de Britney Spears, a la par de Noches vacías de Gilda y El tano pastita de Pibes chorros. Si acá se juega, se juega. El resultado, otra nominación al Gardel, como álbum de Jazz.

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Las imágenes que se pueden ver en la web de la grabación de Salve, su disco de 2022, destilan pandemia. Noelia sobre el piano, lejos de todos y con un barbijo lila que se resiste a quedarse en su lugar. La pandemia, ese no espacio tan lejano pero tan cerca. El cuarteto de cuerdas, en otra punta, cubrebocas también. De alguna forma, esos mismos días de Covid la empujaron a apurar un proceso, y se metió a grabar. 

El contrabajista y arreglador Cristian Basto dice en esos mismos videos que Noelia se metió con Salve en un lugar de incomodidad. Pero no para ella, claro. Para los demás. En ese disco está la canción que dedica a Berisso, con su letra que apunta al corazón de la los afectos, y en lenguaje inclusivo. Pelu Romero, productor, dice ahí que Noelia trata “Los géneros de una manera desprejuiciada”. Lidia Borda, que canta en ese álbum dice: “Ella tiene otra manera, otra estética, otra forma de acompañar”. La palabra “otra” se repite. Vuelve Pelu Romero: “Noe entiende perfectamente la música. Tiene el 3D de la música”. 

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Este parecer ser un viaje ladrillo a ladrillo que se construye con las coordenadas más variadas y disruptivas. La foto de quién es Sinkunas se va completando a todo color. La identidad y sus preguntas afloran como un motorcito que late detrás de cada nota en el piano. Pero también lo colectivo. “Esta idea del nuevo disco llamado Unión y Perseverancia me pareció buena porque el disco habla un poco de todo eso”, dice Noelia, sentada en su casa de la Capital, ciudad donde ya pasó la mitad de su vida. “La búsqueda del hogar, de encontrar esos límites en los cuales uno siente que pertenece, o donde sentís que no. Qué es lo que hace que exista una sensación de hogar”, dice.

En este nuevo paso los condimentos musicales se van mixeando con la vida misma.

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“Yo viví 18 años en Berisso, y 18 fuera. Ya la identidad queda como impregnada de otras realidades. De por sí es bastante complejo respecto de las migraciones: nietos de inmigrantes, hijos de inmigrantes, y a la vez ser migrantes. Nuestra identidad esta medio construída en eso… Preguntarse: ¿de dónde soy? Y no entenderlo. En un momento lo re problematicé.  Hace un año que empecé a hacer giras largas, de tres meses, y cada vez que vuelvo se pone todo en crisis. La realidad, la casa, el espacio físico. Y todo se pone más intenso. Las amistades, los vínculos. El extrañar. Hay algo del movimiento de dónde sos y dónde estar que a mí se me juega un poco. La creación está bastante inspirada en esta búsqueda de la identidad física, espacial, no sé cómo explicarlo. La identidad geográfica. Igual me siento super berissense. De la República Oriental Separatista de Berisso. Pero no vivo ahí. Igual tengo el plan de volver en breve. Porque quiero estar más de gira, y rebotar”.

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Noelia habla mucho. Le gusta. Parece disfrutarlo. Habla de ella, pero habla mucho acerca de los demás. Siempre hay otros y otras. Lo colectivo convive con sus planeas solistas, aunque en lo solista siempre hay algo colectivo: banda, invitados, amigos y amigas. De Flamamé, o Cachitas Now, a estos días en los que se contacta directamente con centros culturales autogestivos porque tiene ganas de presentarse sola con el piano. Y allá va, por ejemplo, hoy, hacia tres ciudades de Entre Ríos. 

“En esta época se siente la tensión y la oscuridad del panorama, pero a mí me da pilas poder impulsar estas cosas que me dan felicidad, y que les dan felicidad a otras personas. Y ponerse objetivos luminosos. Por lo menos lo siento así. Y la música hace que cuando nos encontramos se transforma algo, ¿viste? En ese plan siempre estoy conectada con personas que tienen ganas. Y si no tienen ganas, yo lo siento”. 

“Cuando hacemos algo grupalmente, como pasa con Cachitas Now, logramos algo que nos da una alegría re zarpada e inspira a otras personas a hacer. A pesar de todo hay un montón de gente con ganas de hacer cosas, y la estamos haciendo. Y a mí también me inspira, como cuando veo a (el cantante uruguayo) Mocchi, cómo hace cosas, y me inspira. O Cucuza, que hace un ciclo hace 17 años en la misma esquina. Gente grande que se queda hasta las 4 o 5 de la mañana. La gente tiene ganas del encuentro, la joda es que estamos muy contaminados. Por la realidad, que es horrible, un panorama oscuro que a veces no deja disfrutar. Pero me hace feliz y lo voy a seguir haciendo.”

De lo colectivo, una pastilla: bajo un proyecto de Andrés Mayo, a comienzos de 2024 se juntaron en Córdoba un grupo de músicos y músicas para unas “sesiones serranas”. Sinkunas se manda ahí, junto a Mocchi, una letra sobre una versión instrumental anterior. “Me duele la tradición /Porque la llevo en el pecho/La música no tiene techo /Ni derecho ni revés /Y aunque no sé bien cuál es /Mi destino, ni mi casa /A veces me siento tango /Y otras veces chamamé.

En ese retiro serrano andaban también Lucy Patané, Nadia Larcher, Flor Bobadilla Oliva, Manu Sija, Tomi Llancafil, Mocchi y Milagros Caliva. Buscar y ver. 

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Estamos en el compás de espera, se dijo: pasó la fecha suspendida, y no llegó todavía la reprogramada. Pero Noelia se ríe. La idea del festival sigue en pie. Y ella sigue con su idea de que no hay que aflojarle a nada, y que todo puede ser. En Unión y Perseverancia hubo muchos invitados, entre ellos Ricardo Mollo. ¿Vendría Mollo al festival? “Es un copado, todo puede ser”.

Sinkunas está en una etapa de expansión que no parece tener techo a la vista. Y está más viajera que nunca. La soga elástica con sus raíces se tensa cada vez más. Pero hay calma, y hay ideas. “La decisión de llamar al disco de esta forma es parte de eso, y vamos a hacer un video-álbum también. El video de la canción Tradición es el que vamos a grabar en el festival, pero para todo el disco la idea es hacer tomas fijas de diferentes puntos de Berisso. Viajar me dieron más ganas de mostrar la ciudad. Decir: así se ve la calle de mi casa, cortamos la calle, pintamos un mural e hicimos un festival. Dan ganas de eso”.

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Volviendo al inicio, el festival postergado se hizo finalmente el domingo 29 de septiembre de 2024. Poco tiempo después, Unión y Perseverancia salió a la calle: 12 canciones entre el tango y el chamamé que se llevaron el galardón como Mejor Disco solista instrumental en los Premios Tango Siglo XXI.

¿De verdad no la conocía? No es descubrimiento, no es novedad. Pero hágase el favor de abrir esta caja de sorpresas.